Vaya suerte la mia... [Yemelyan]

por **Elliott Evans** Dom Feb 06, 2011 6:12 pm

5 de Junio de 2013

Y aqui me encontraba de nuevo, vagando sin rumbo por Nueva York. ¿Por que sera que siempre que salgo acabo perdiéndome y pidiendo a la gente que me diga donde estoy...La proxima vez le dire a David que me acompañe. La lluvia permanecía incesante sobre mi cabeza, entrecortandose por los pequeños techos en los que me resguardaba, debajo de las pequeñas tiendas. Segun me dijo un tipo un par de calles mas atras estaba en el Bronx... ¿Quien me mandaria a mi meterme por aquellos lugares? Habia leido hace poco en una guia que de los distritos de Nueva York aquel era de los peorcitos que había... aun no me acostumbraba a leer en braille, pero algo de eso había entendido, y bueno, mi madre también ayudaba.

Caminando pegado a la pared, no separaba la mano de esta, procurando no chocar contra nadie. Me encontré con una esquina, y decidí girar en ella, mas que nada por no tener que pasar la vergüenza de pedir a alguien que me ayude a cruzar una calle... Ojala alguien me hubiera dicho que aquello no era una calle, sino un pequeño callejón... Iba tan confiado en que no chocaría con nadie que me tome la libertad de acelerar un poco el paso. Mala idea. En cuanto me descuide un poco, zas... choque contra alguien. Mi primera reacción fue la de echarme atrás, pero en cuanto escuche como algo caía al suelo, me disculpe inmediatamente...

por **Yemelyan E. Kazejet** Dom Feb 06, 2011 9:07 pm

El calendario le dice que es verano, pero una vez que mira al cielo no se lo cree ¿Dónde coño está el sol? Ah sí, algún maya se lo comió junto con sus dichosas profecías. Vuelve a mirar el día, y se da cuenta de que tiene marcado en rojo que hoy tiene una entrega ¡Genial, vivan las dichosas vacaciones!

Rascándose la cabeza, se va por un café. Al menos la cafeína le despertará la única neurona que le queda, aunque, vamos, tampoco tardará en acabar chamuscada como las otras. Su mente es puro fuego, pura divergencia. Si alguien puede llegar a sublimarse, ese es Yemelyan. Su forma de ser es como una mecha de queroseno a la espera de ser prendida.

El amargo líquido le produce un ligero carraspeo; no se había dado cuenta de que estaba hirviendo. Sin más dilación se puso a embolsar la coca en discretas bolsitas. Últimamente la policía le pregunta demasiado, y la verdad, hace ya tiempo que se le han acabado las respuestas ingeniosas. Lo de que es harina ya no cuela. Quizá si decía que era coco rallado…

Con todo listo, se va a la ducha. Lo de ir elegante le encanta, y no, no es un narcotraficante con cadenas de oro o prostitutas de lujo para comerle la polla, el croata, es solo un antisistema con dotes de químico. El agua resbala por su cuerpo produciendo un ligero vapor que se esfuma con el aire circundante. Una vez seco, rebusca en su armario algún traje de marca, e incluso, si tiene suerte, y su prima se ha pasado para hacerle la colada, quizá encuentre unos bóxers de Calvin Klein recién planchados.

Se mira en el espejo varias veces, cerciorándose de que su aspecto es impoluto. Hoy es Yemelyan, luego, será Ezequiel; pues echa de menos las peleas callejeras. Dos días sin romperle las narices a nadie y se siente vacío ¿Extraño, verdad?

Con una caja de mudanza en mano, sale a la calle con su habitual porte tranquilo. Desde fuera, Yemelyan, se ve como un modelo. Como un niño bien que estudiaba para ser abogado o alguna chorrada de semejante calibre.

Sin mirar mucho por dónde va- se conoce el camino más que de sobra- no ve venir al que se le echa encima. Con el choque, la caja sale disparada, estrellándose contra el suelo de forma llamativa. Las bolsas de coca se esparcen por el suelo creando una sinuosa postal navideña. Pronto la lluvia diluye aquel polvo de ángel. Cagándose en todo, está a punto de partir las piernas al culpable, sin embargo, tiene que contener su furia. El forastero resulta que es ciego ¡Menuda casualidad!

-Te diría que mirases por dónde vas, aunque por lo que veo, ves menos que un topo- Procura calmarse, el contenedor que está al fondo del callejón se incendia, sufriendo las consecuencias de su inminente enojo. El olor a basura quemada, le devuelve la estabilidad- No es por dármelas de listo, pero creo que tú no pintas nada aquí- Verle le da risa, de hecho, le recuerda a una monja en medio de un prostíbulo ¿Por qué la gente no se comprará un maldito GPS?
- ¿ A quién he de llamar para que te venga a buscar- No le preocupa el muchacho para nada, no obstante, hoy es apto. Hoy finge ser alguien normal.

por **Elliott Evans** Dom Feb 13, 2011 7:58 pm

Retrocedí unos pasos antes de volver a pedir disculpas al chico con el que había chocado. Choque de espaldas contra un muro y me quede totalmente quieto, escuchando y dirigiendo la mirada al punto en el que se podía oír el sonido de su voz. Mordiéndome el labio por dentro, intente contener cualquier signo de mis nervios, evitando que se mostraran a aquel individuo. -No...No creo que deba estar aquí...Ti-Tiene razón.- Dije casi tartamudeando. Eso no me ayudaba nada.

Un olor lo bastan te nauseabundo como para hacer que tuviera que taparme la nariz me llego. Desvié ligeramente la mirada y me moví unos pasos pegado a la pared. -Es...Espero no haber roto nada. Yo, lo siento, de verdad.- Dije buscando de nuevo al joven. Escuche sus ultimas palabras con total claridad y al tiempo que me giraba para irme le respondí.- No, gracias.. Ya...ya me voy yo solo.- Termine de decir justo en el momento en el que choque contra una vieja tubería que estaba pegada a la pared. El golpe se escucho en todo el callejón, e incluso me pareció oír alguna risa por parte de algún transeúnte que pasaba por allí. Caí de espaldas al suelo, sintiendo como se empapaba cada centímetro de mi ropa, mas de lo que ya estaba...-Mierda...-Susurre asqueado por aquello...

por **Yemelyan E. Kazejet** Lun Feb 14, 2011 11:21 pm

Mirando sin saber qué decir, espera a que termine de tartamudear como si fuese uno de los enanitos de Blancanieves. Definitivamente ha de sacar algún partido a alguien tan inocente, y aparentemente estúpido como él. Chasquea la lengua cuando ve como se da una gran ostia, mas no se ríe. No es un idiota que necesite regodearse en las desgracias ajenas para saber que es mejor que todos ellos.

Se acerca, y de un tirón lo levanta sin esfuerzo- Cómprate un perro, te hace falta- Su tono de voz es neutro, pero su expresión es seca como el desierto. Hacer amigos no ha estado nunca en sus planes, pero ya sabe cómo utilizar a ese panoli. Hoy se hará con la zona sudeste del narcotráfico.

-Ya que no puedes arreglar el desastre que has formado por dártelas de explorador, vas a devolverme el favor- Evidentemente aquello era una orden. Yemelyan no habla en vano, ni mucho menos repite las cosas dos veces.- Te voy a coger del brazo para guiarte- Le avisa antes de hacerlo. No quiere ser maleducado.- Harás lo que yo te diga, sino acabarás muerto- El croata es franco sobre el destino del desconocido, al brujo le da igual que acabe como un colador. Puede quemarlo después. El olor a carne quemada es excitante.

Las húmedas calles les acompañan en su corto paseo. El almacén donde Yemelyan ha fijado el intercambio esta cerca; al chico no le gusta mojarse. La ropa pierde color con los lavados; y ya no digamos por el uso, sin embargo, antes debe parar en el supermercado a por harina. Uno no puede jugar a mago sin guardarse un conejo en la chistera.

El del supermercado les mira extrañado, si bien, sabe de la fama del croata en lo que a ligoteo se refiere, jamás hubiera imaginado que le fueran los niños pijos. Sin atreverse a preguntar, le ayudó a vaciar los paquetes de harina sobre la caja de mudanza. Hoy seguro que la policía visitaría el barrio. Despidiéndoles con amabilidad volvió a su aburrida rutina.

Le entrega la caja al desconocido- Llamarás a la puerta y dirás que vienes de parte de Yemelyan- No espera a que procese la información. Se supone que no es retardado mental- Cuando sientas calor en tus pies, te echarás a un lado lo más rápido que puedas- Se agazapa entre los cubos de basura para cargar la automática y ponerle el silenciador. Por fin un poco de violencia gratuita.

Sale de su escondite sin saludar, los hombres de la puerta caen sobre el pavimento formando un charco de sangre de lo más poético. Se cuela en el edificio, y allí termina de vaciar el cargador sobre los presentes. Les había pillado desprevenidos. Si el lobo se gana la confianza del pastor, acaba por comerse las ovejas con cubertería de plata.

Fuera guarda a su pequeña en la chaqueta. Hacen una pareja preciosa, de hecho, es la única “mujer” que consigue ponerle a tono. Se carcajea, y se acerca de nuevo a su ahora cómplice- Debemos irnos, esto está a punto de explotar- Puede afirmarlo, él mismo será el combustible. Las llamas que eliminen las pruebas.
Al poco el ruido de cristales rotos se convierte en la banda sonora de su victorioso regreso- Deberías de decirme cómo te llamas, no quiero ponerte un apodo injustamente- Yemelyan solo recuerda nombres por educación- De hecho, te has ganado esto- Deposita en su bolsillo un fajo de billetes- Llamaré un taxi, aunque sería una pena que no quieras celebrar lo de hoy. Ha muerto mucha gente inservible.