Jacopo Di'Laoconte AKA Jimmy Lock

Jimmy Lock


Nombre Completo Jacopo Jimmy Di'Laoconte Lock
Edad Aproximadamente seis siglos
Edad aparente 22 escasos años
Fecha de nacimiento s.XV
Nacionalidad Italiano Americano
Orientación sexual Bisexual
Grupo Vampiro - Tradicional
Subgrupo Antiguo (Don: Persuasión)



Descripción física De apariencia débil, constitución huesuda y blandengue, pero no por ello carente de fuerza. Tez pálida y bien cuidada, limpia en totalidad exceptuando el tatuaje que porta entre los omoplatos (el nombre de su antigua amante y conversora, Basia Andreyl). Rostro infantil y jovial, un 99,99% del tiempo portando una sonrisa (variando desde una inocente a la más entreversada jamás atisbada por ojos humanos). Su mirada se ve teñida de un intenso azul celeste encuadrada por una cabello de mediana largura, rubio en su totalidad.
Descripción psicológica Juguetón, infantil y egoísta. Es una persona que ha de tener lo que ansia, y por ello no duda en usar todo recurso que tenga para lograrlo. Se presenta como un ente jovial, irónico, divertido e incapaz de tomar algo enserio, mas es preferible no tentar a su mal carácter, increiblemente opuesto al recién explicado. De hablar fluido y culto, saber más extenso que el aparente y un sentido irónico y negro del humor asombroso.



Familiares
Historia
¿Mi vida? Bueno, no lo veo mucho como vida sino tiene fin, pero vale. Antes de nada, ¿una taza de té? ¿Una pastita? ¿Cocaína de alta clase? ¿O quizás una buena puta para divertirte más alla de mis palabras? ¿Nada? ¡Oh! Me elogias con tu atención. Bien, pues comenzando, nací hace muchos años, centenares de décadas y varios siglos, ya ves, bastante. De dónde provengo realmente no es de tu interés, dado a que esa persona desapareció en todo ese tiempo antes recitado. Pero si quieres, puedo decir que fui un hijo bastardo de mi padre y una vampiresa, de ahí mi condición, y que ambos siempre me odiaron por ello. Muy divertido considerando que pude haberles matado sin miramiento alguno. Aunque, admito que cuando tenía hambre y no ansiaba salir del sótano en el cual creyeron encerrarme, persuadía a alguno de mis hermanos, hijos de ambos carceleros, y apreciaba su sangre con gran entusiasmo. Tal vez fuese eso lo que de verdad les molestó. ¿Quién sabe? El mundo es muy extraño.

Me divirtió mucho el dejar de crecer a los 22 años, edad perfecta para aprovechar mis magníficos dotes en su plenitud. Eso sí, no poder caminar bajo el sol resultó un verdadero estorbo a la hora de encandilar a las cuantiosas bellas y adineradas mujeres. No por necesitar dinero, mis padres siendo más que complacientes en ese aspecto, sino por mera diversión. Ya sabeis, un adolescente tiende a necesitar esa clase de juguetes de aquí para allá. Pero bueno, logré conseguirlos tras varios trapicheos. He de dejar claro que lo de los años y números extraños lo llevo bastante mal, nunca me han importado a decir verdad. Solo sé que ha habido cantidad de ilusas guerras y muertes innecesarias, todo por religión, poder o alguna otra estupidez. Y yo, mientras todo ello sucedía, iba encontrándome cada vez más embaucado en eso llamado por la pedestre mercado Negro, que de negro no tiene nada. Como mucho las túnicas o trajes de algunos de los ejercerdores de la compra-venta contínua. Aunque el ambiente es muy jovial y divertido, cruento, pero divertido.

Y así, tal y como os lo podeis imaginar, mi fortuna y reputación fueron creciendo, pero jamás nadie vio al titiritero. No por no desear ser alabado, eso me encanta, sino por la molesta luz solar. Eso sí, cualquier fémina ansiosa de un grandioso espectáculo era más que aceptada en mis aposentos. Aunque, he de admitir que jamás tuve gusto por la voluptuosidad, no me atrae tanta curva y, a mi parecer, exceso de grasa. Tal vez fuera por ello por lo que opté por crear mi selección particular de mantenidas a prioridad. Por así decirlo, ellas complacen mis necesidades cuando suceden, y yo les doy todo lo que una princesa pueda ansiar. Es un trato de lo más justo, y, para colmarlo, ejerzo de mediador con sus clientes, siendo yo el que escoge el criterio para su servicio. Mas una se salva de tal estupidez, prefiero retenerla para mi gusto personal, aunque no por ello evito que la joven escoja bajo su propio criterio, clientes externos siendo aceptados a su palabra. Admito que la tengo más que consentida, pero es de lo más eficaz. Un juguete predilecto en un baul repleto de innecesidades.

Bueno, creo que con esto teneis más que suficiente, y si buscais algo más venid a visitarme otra vez. Siempre estaré dispuesto a vuesta grata compañía, el mejor de los precios a mi disposición y la mercancia de alta calidad. Gracie.



Oficio Traficante de élite de un enorme surtido de mercancías en el mercado negro.
Gustos El sexo, las drogas, el dinero, la belleza, el arte antiguo (no la bazofia ahora vendida como tal), la inteligencia, la astucia y ante todo, un buen sentido del humor.
Odios Depresivos, quejicas, no salirse con la suya, que algo no esté bien hecho o como él lo ansia, la tardanza, ser llamado por su nombre verdadero.
Deseos No tiene otro que no sea el del placer o el de salirse con la suya.
Miedos Podría llegar a decirse que la muerte y el dolor, mas no los teme, solo le son incómodos.
Manias Reírse del mundo a todas horas, parece no poder ser serio.
Otros
> Es un gran pintor y músico, sabiendo apreciar las cuantiosas generaciones artísticas que ha acontecido en su existencia.
> Carece de multitud de sentimientos, la corrosión del tiempo tan solo haciéndole una marioneta que imita lo que recuerda ser sentir.
> Aún portando una sonrisa indefinidamente en su rostro, su crueldad llega a ser ciclópea en lo que a negocios respecta.
> Conserva un pequeño harem de prostitutas a las que recurre cuando se halla aburrido o estresado. Las trata con el mayor respeto y dota de alojamiento, necesidades y cualquier deseo que puedan tener, tan solo pidiendo a cambio su completa disponibilidad.
> Posee una astucia e inteligencia impresionantes, mas rehusa mostrarlo al mundo, aparentando ser un simplón hedonista.
> Evita el contacto con la sociedad humana, exceptuando casos de alimentación, negocios o deseos sensuales.