¡Que golpe! (Jennifer)

Tenía días sin dormir bien y para tratar de hacerlo, me había puesto a practicar más de la cuenta y ahora estaba algo adolorida, así que debía pensar mejor que otra cosa podía hacer para que dejará de tener insomnio... ¿Tal vez dejar el café?... No, eso no, todo menos eso. Una caminata, tal vez me vendría más que bien, así que tome una chaqueta y salí a pasear por central park, despejar la mente, puede servir de algo, sobre todo cuando esta cansada de contar tantas ovejas... podrían ser elefantes, pero no me los imaginaba saltando por una cerca, sería algo gracioso si uno de ellos no logra pasarla con éxito. ¡Vaya que necesitaba dormir! Ya hasta caminando pensaba locuras y ni cuenta me había dado de que casi me atropellan, por pasar sin ver hacia ambos lados.

Una vez segura del otro lado de la acera, fui a mi destino. Segura, ya sin el peligro de ser atropellada, me estiré un poco, pero que alguien me jalará del abrigo que traía me hizo mirar hacia abajo, era una pequeña niña, que me veía con cara suplicante y con unos ojos al estilo el gato con botas, era irresistible.

- ¿Me podrías ayudar con mi gatito? - hablo con esa vocecita chillona. Aparentaba cerca de unos 6 años de edad.

Me agache para verla mejor. - De acuerdo, solo dime donde esta, ya que no puedo verlo por ningún lado - solo esperaba no me saliera con que era un gatito imaginario, porque yo y mi imaginación en este momento, no eramos los mejores amigos del mundo.

- Esta allá arriba, no quiere bajar - me señalo un árbol, muy cerca de nosotras. Me fije bien y si, efectivamente ahí estaba el condenado gato, maullando en una de las ramas, no se si era porque no podía bajarse o porque su dueña lo había visto y le daba miedo. Quien sabe que tipo de trato le daba esa pequeña.

- De acuerdo, veamos si puedo bajarlo - comencé a subir a ese árbol, al menos de algo me sirvió, tener elasticidad, así pude moverme más sencillo, entre las ramas y evitar sacarme un ojo por la culpa de alguna que se atravesó en mi camino. Una vez que estuve en la rama donde estaba el gato, me acerque con cuidado a el. - Ven gatito, gatito - lo llame, esperando se acercará, pero no lo hacía, así que me acerque un poco más, pero el muy gracioso, dio un salto y cayó de pie, pero yo tuve la mala suerte de caer, cerca de dos metros. - ¡Ay! - fue lo único que logré articular, mientra me quedaba un poco ahí, para medio recuperarme.

17/06/2013

Un día normal comenzaba como siempre, todos los lunes eran iguales. Tranquilos para algunos, estresantes para otros, agotadores y maldecidos para la mayoría. Para mí es divertido, siempre lo ha sido. Cuando la mayoría odia el día lunes yo era la que estaba contenta de que llegase. Por eso siempre me gano las miradas curiosas y esos gestos que dan a entender de que me encuentran loca.
Mientras pensaba todo esto rebanaba un trozo de pastel y comoe ra de esperarse, me hice un corte bastante largo en la mano. Reclamé por lo bajo temiendo que pudiese despertar a alguien del edificio en donde vivía.

Corrí al baño a lavar mi mano y después la vendé, pero el hambre se me había quitado así que me fui a dar una ducha larga, había despertado demasiado temprano y aún faltaban unas cuantas horas para ir a la guardería. Yo no necesitaba llegar temprano pues solo era auxciliar, la profesora se encargaba de las demás cosas. Finalmente luego de estar rondando un largo rato en el apartamento salí rumbo a la guardería.
En el camino ya me estaba arrepintiendo de no haber comido nada pero bueno, ya tendría oportunidad de ir a comer. Mientras caminaba me llamó la atención una niña pequeña que miraba fijamente hacia un árbol. Me acerqué pues la niña se me hacía familiar y esperaba equivocarme pero... no lo hice, sobretodo cuando una chica cayó del árbol.

Llegué a su lado mientras veía a la pequeña. - Susan... ¿No te cansas de hacer travesuras bonita? ¿Donde esta tu mamá? - Le pregunté en tono tranquilo para que no se asustase. Siempre solía hacer ese tipo de engaños, decirle a los demás sobre un gatito atrapado que finalmente bajaba solo y los que ayudaban, de golpe al suelo. Luego miré a la muchacha. - Sé que la pregunta es tonta pero... ¿Te encuentras bien? - Ya que el golpe había sido algo feo pero no demasiado como para causar un gran daño. - Déjame ayudarte. - Le dije antes de intentar levantarla, habían veces que no aceptaban ayuda de los demás.

Me quejaba en silencio, había dolido y bastante y comenzaba a recuperar el aliento, ya que si que se me escapo en cuestión de segundos.

- No, no es tonta, pero... enseguida estaré... mejor - dije un poco entrecortada y es que apenas el dulce aire volvía a mi cuerpo, siendo bien recibido. - Gracias - realmente agradecía su ayuda, no podía levantarme sola, ni aunque lo intentará.

- Creo que fui engañada ¿verdad? - lo había hecho como pregunta, pero estaba segura de que si había sido así, porque escuché que le decía algo a la niña, pero no preste mucha atención.

La pequeña niña comenzó a sonreír con bastante travesura pero solo le dí una mirada, para que tomara a su gato y se fue dándo unos leves saltitos.
Me volví a concentrar en la muchacha cuando la escucho hablar. - Lo decía porque a mí me molestan esas preguntas. - Le expliqué, ya que es lógico que si te caes no estás bien del todo. - No es nada. - La ayudé con bastante cuidado a ponerse de pie, para así evitar que se mareara.

Le sonreí un poco, sonriendo. - La verdad sí, ese es el pasatiempo preferido de la pequeña. Pide ayuda con esos hermosos ojos y nadie se resiste. - Sobé lentamente mi cabeza, pues yo me dí el mismo golpe que ella hace casi un año. - ¿Cómo te sientes ahora? ¿Necesitas asistencia médica? - Pregunté ya que a veces esos golpes no eran buenos.

Bueno, de eso no había duda, a veces podían ser preguntas muy obvias pero, las hace por cordialidad o porque enserio solo quieren molestarte o bien burlarse de ti, todo eso podía ser en una sola frase y con una pregunta en muchas veces con doble intensión, pero no podía ver eso en ella, así que era más que claro que no lo hacia con esa intensión.

- Ah, con razón, bueno, para mi están bien - sonreí, con mucho esfuerzo, pero lo hice. Me ayudo a ponerme de pie y lo hizo con cuidado, creo que de esa manera evitaba que me diera un trancazo más, aun seguía propensa a alguno y es que a veces me quedaban las piernas como de gelatina y hoy era uno de esos días. - Aun así muchas gracias - esta vez si hable un poco más recuperada, con el aire bien dentro de mis pulmones y sin quererse escapar otra vez.

Esa pequeña era un arma mortal. - Bueno, es que es imposible resistirse a sus ojos, pero pues... vaya golpe el que uno se lleva - esta vez reí por lo que me paso, después de todo, había sido gracioso, lastima que no me pude ver yo sola cayendo, aunque seguro si, hago eso, me parto de la risa. Ya no dolía el golpe que me llevé de hecho, fue muy leve a comparación de los que ya me había llevado antes, así que esta vez no había nada porque sufrir. - Mucho mejor, el dolor es muy leve y no, no será necesario, me he llevado golpes mucho peor - sino, solo debía recordar ese día que tuve un encuentro con un hombre lobo, esa si fue una paliza, con suerte y salí en una sola pieza, aunque también debo decir, que tuve ayuda, pero aun así, esto había sido como si una pluma me hubiera golpeado. Aquella vez me puse de pie al día siguiente y parecía que me había caído encima una tonelada de piedras, estaba adolorida hasta del cabello.

Realmente era un alivio encontrar a alguien que no le molestasen esas preguntas. Y ahora que lo pensaba detenidamente... creo que yo soy bastante impaciente, pues solía desesperarme y sobretodo, enojarme mucho por muy pocas cosas.

- Muy bien. - Le devolví la sonrisa aunque a ella se le notaba que el golpe le había dolido. Cuando ya estuvo de pie la sostuve hasta ver que estuviese realmente bien, muchas veces pasaba que por soltar de inmediato se daban feos golpes que terminaban ocasionando fracturas nada agradables. - Muchas de nada. - Le sonreí porque de verdad no era nada ayudarla de esa forma.

Asentí, por fin entendía alguien que a los niños no se les podía negar nada con esa inocencia y ternura que irradian. - Así es, es imposible, y si, son unos golpes bastante feos pero valen la pena en la mayoría de los casos. - Ella ríe y yo sonrío, lo bueno es que lo tomaba con humor y no se enfurecía con la pequeña, ya que creo que ahí habrían problemas.
La miro y sonrío. - Bueno, eso es bueno... ya me imagino. - No sé que golpes se referirá ella pero por lo menos la entendía porque es imposible vivir sin golpearse. Lo peor es cuando caes rodándo por las escaleras solo por no fijarte de que estan mojadas. - Soy Jennifer, mucho gusto. - Le dije presentándome mientras le tendía mi mano.

Ya no estaba tan mal por el golpe, de eso me alegraba porque aunque hubiera sido uno muy fuerte, estaba un poco acostumbrada, solo esperaba que después no quedará a adolorida como suele pasar en ciertas ocasiones.

Cuando estuve bien parada y sin posibilidades de caerme, sonreí por lo que dijo, sonó bastante gracioso. - Bueno, creo que ya no hay riesgo de que me caiga otra vez y si me caigo, seguro duele menos que desde ahí arriba - pues desde allá si que dolía. Me sacudí un poco la ropa, y es que me llene de hojas humedas y un poco de tierra, nada que con una simple sacudida se quitara de mi ropa.

Lo pensé un poco, pero era cierto, los golpes pueden llegar a valer la pena, cuando son por niños como la pequeña. - Tienes razón, por eso no me molesto, después de todo, un día pasamos por es época y pudimos hacer cosas así - aunque mi infancia no hubiera sido del todo normal. Asentí. - Si, pues ya sabes en el trabajo, luego pasan algunos accidentes por andar corriendo - así no se escuchaba tan raro eso de estoy a costumbrada peores golpes. Tome su mano cuando se presento. - Mucho gusto Jennifer, soy Katherine - apreté muy suave su mano, a forma de saludo. - Creo que tuvimos una manera muy poco convencional de conocernos - comenté divertida, pues no vas de paseo, buscando a personas que tienen accidentes para presentarte, pero aun así, esto había sido gracioso.

Bueno, ella ya estaba bien estabilizada así que no había riesgos de que cayera, a menos claro qe resbalara por lo mojado que estaba el piso. - Será raro lo que diré pero a veces los golpes desde menos altura duelen más. - O como cuando golpeabas algo con bastante fuerza pero no te dolía, en cambio pasabas sin querer rozando algo y dolía bastante.

Sonrío al saber que esta de acuerdo con lo que dije, por lo menos yo siempre decía que los golpes valían la pena ya sea por niños, o por tu familia. - Si, pasamos por esa etapa haciendo travesuras iguales o peores. - Solo que yo no hacía que los adultos se dieran golpes, la mayoría del tiempo rompia cosas antiguas. - Y más con la lluvia de ahora. - Creo que últimamente la lluvia era causante de varios accidentes, o eso creía.
- Lo mismo digo Katherine. - Luego sonreí bastante divertida ya que tenía razón. - Bastante poco convencional pero por lo menos cada vez que veas un árbol lo recordarás. - Sonreí divertida nuevamente ya que a veces esos detalles hacían que una recordara como conocía a la gente.

- Y dime Katherine, a parte de que una pequeña te engañara con sus ojitos... ¿Estás de paseo? -

Menos mal que las piernas no me fallaban o seguro terminaba en el suelo otra vez por haber resbalado yo sola. Analice un poco lo que menciona. - Ehh... pues creo que tienes razón, supongo que es por eso de la gravedad - ¿a menor altura, más dolor? bueno a si me sonó todo eso, pues no era buena para eso de las leyes físicas y mucho menos para las leyes de la gravedad. Pero de lo que si estaba segura es que si que dolía y mucho.

- Tal vez peores, pero no queremos verlo así y decimos algo como: Nosotros jamás hicimos una cosa como esa. Cuando en realidad si que las hicimos - pues como todo niño, siempre queremos investigar, experimentar, todo lo que este a nuestro alcancé y nos divierta. Asentí, pues con esta lluvia, loa accidentes si que habían aumentado, en todo tipo de cuestiones, ya no solo en el laboral.
Le sonreí. - ¡Oh si! De que lo recordaré no habrá duda, inclusive, recordaré el golpe y hasta el dolor - dije riendo tan solo un poco, pero así no olvidaba como fue que la conocí a ella.

- Si, salía a distraerme un poco y como no llovía tan fuerte, era una buena oportunidad, para caminar y saber que sucede a nuestro alrededor - siempre había algo interesante de lo que te pudieras enterar. - ¿Y tu Jennifer... salías de paseo o a ayudar a levantar chicas que caen de los árboles? - pregunté en tono de broma lo segundo. Aunque si que agradecía su ayuda.

No se rió por lo que dije, ni me quedó mirando con mala cara así que sonreí. - No sé si sea por eso, pero de que duele, duele. - Y de eso no había la menor duda porque algunos golpes si que duelen.

- ¡Exactamente! Hay veces en que nos queremos hacer los santos delante de los pequeños pero siempre hay alguien o algo que nos delata. - Podían ser padres, amigos, hermanos, etc. Solo que yo no tenía a nadie cerca así que me salvaba.

Reí un poco al escucharla pues había sonado graciosito. - Si, pero es mejor que solo recuerdes el golpe y no el dolor. - Lo bueno es que ella dijo que no le había dolido demasiado.

Metí las manos a los bolsillos de mi chaqueta mientras la escuchaba. - Es una buena forma de pasear. - Cuando no llovía mucho se podía pasear con tranquilidad pero yo prefería salir con mucha lluvia. Sonreí divertida por la pregunta. - Pues realmente iba camino a mi trabajo pero como que me faltan unas cuantas horas para entrar. - Me había apresurado un poco al salir de mi apartamento. Le sonreí. - Sigues derecho o vas a otro lugar? - Le pregunté pues igual y podíamos caminar un poco juntas.

Reí, asintiendo. - Si, de eso si que esta uno seguro, duele y mucho, solo que no creo que algunos quieran comprobar nuestra teoría sobre el dolor - no creo que les gustarán esas formas de pensar o tan solo de experimentar ese dolorcillo que nosotras planteábamos.

Asentí, pues sus palabras eran muy ciertas, eso llegaba a suceder. - Siempre y la mayoría de las veces, son nuestros propios padres, porque nos delatan, frente a los amigos o personas muy queridas y luego de eso, viene la vergüenza que nos ocasionan... algo realmente imposible de evitar y que ni siquiera encuentras como ocultar - no había forma de hacerlo, tu cara te delataba, la risila nerviosa, igual y algunas veces hasta el enojo que se producía por lo que nos decían.

- Vale, eso me gusta más... solo recordar el golpe y no el dolor, porque sino, me pondré a llorar, porque no pude hacerlo ahorita, hay algo de publico y una chica de mi edad, se vería rara llorando - pensarían que estoy algo loca o tal vez algo peor. Nunca se sabe lo que pasa por la mente de las personas.

- Así no terminamos por completo empapados, por tanta lluvia - la lluvia no era de mi agrado, pero una vez que comenzó, no había forma de pararla y eso era lo que me frustraba, era complicado, solo que debía acostumbrarme, no podía modificar el clima según mis gustos. Pero me encantaría. - Oh! Por un momento creí que te haría llegar tarde - respiré tranquila, tampoco quería eso, pues muchos jefes, se ponen algo... locos... por que llegas 5 minutos tardes, aunque hasta ahora no había tenido un jefe así, pero lo había visto en algunas conocidas y conocidos, por eso tenía idea de como se podrían comportar algunas veces. - Pues... ¿hacia donde vas tú? Yo puedo ir a cualquier dirección, estoy de día libre - por eso estaba algo contenta.

- Algunos son demasiado cobardes con un poco de dolor. - Reí un poco pero sé que no debía burlarme porque a mí me daba pánico pensar en el dolor que provocan las agujas. - Y también esta el otro extremo... los masoquistas. - Los que adoraban que los golpeasen.

Di un suspiro asintiendo porque los padres la mayor parte del tiempo se dedican a dejarte en vergüenza. No es que lo hagan a propósito, pero lo que ellos encuentran adorable y tierno, nosotros como hijos lo econtramos sumamente vergonzoso. - Yo diría que la mayoría del tiempo son ellos los que nos delatan. Pero ni como evitarlo. - Ya que pagarles con la misma moneda no era lo apropiado, además hacían algo bueno porque nos reíamos todos un rato.

La miré con comprensión cuando dijo que no podía llorar ahora, al parecer era una chica que siempre se demostraba fuerte. - Te admiro, de seguro si a mí me doliera demasiado un golpe, no dudaría en ponerme a llorar aunque me viesen raro. - Algo que casi siempre ocurría, sobretodo cuando ven que me pongo a jugar con niños pequeños. Dicen que no es lo mejor para una mujer de mi edad pero me da lo mismo, no puedo negarme a una carita tierna.

Sonreí un poco. - Si, pero el aroma de la tierra mojada me encanta y hace que me sienta mejor. - Creo que era algo psicológico, o mejor dicho este aroma me traía muchos recuerdos de cuando era niña.
Negué con un movimiento de cabeza a lo que dice. - No, la profesora se encarga de los pequeños, yo solo soy su ayudante. - Y niñera unas cuantas veces, solo que prefería cuidar niños desde los tres años en adelante, los bebés me ponen algo nerviosa.
- Yo voy derecho. - Porque para allá se encontraba la guardería. - Día libre... yo no me los tomo, me aburro con facilidad. - Comenté divertida mientras comenzaba a caminar con mis manos en mis bolsillos.